Por Marina Pacheco y Gregorio Juliana
El pasado día 23 de abril, se celebró el Día del Libro. Por desgracia, coincidió con el Sábado Santo y no recibió la atención que merece, por ello y como homenaje, hoy estamos escribiendo este artículo, para reflexionar brevemente sobre la lectura en sí.
Para nosotros, los alumnos, muchas veces nuestra experiencia como lectores se limita a una obligación impuesta por los profesores, que no siempre saben transmitir su pasión por la lectura y las buenas historias. De manera que lo que se supone que debe ser un placer, se convierte en una obligación, a veces insufrible. ¿Qué estamos haciendo mal? Quizás al igual que a todo el mundo le gusta la música o el cine, siempre que sean de un estilo que le agrade a cada uno, todos deberíamos encontrar el estilo de libro que más disfrutemos leyendo. No se puede imponer ningún placer, y la lectura no puede ser menos. Habría que enseñar a amar a los libros, no a obligar a leerlos. ¿Cómo se enseña a crear afición por la lectura, a disfrutar de las obras clásicas sin imposiciones?
Queremos aprovechar este día para revindicar nuestro derecho a aprender a disfrutar de la lectura, y promover que desde la escuela enseñen a apreciar los libros desde el punto de vista más lógico: el del placer.
Por último, y como todas las semanas, os dejamos un blog literario: