viernes, 5 de febrero de 2010

Jugando a la pelota en la puerta del Instituto

Por Samuel Núñez.

Ha llovido mucho desde la apertura del IES Trafalgar. Concretamente 40 años. 40 generaciones que han pasado por los muros en los que ahora nos encontramos la tanda de jóvenes de la promoción 2009-10, y poco a poco, cambios y más cambios han ido modificando el centro, tanto en su estructura como en su estilo.
Los alumnos ahora somos una generación muy distinta a la de hace 40 años: nuestra forma de pensar, nuestro comportamiento más libre y con muchas más posibilidades. Nos acompaña la evolución de la tecnología que crece con nosotros y forma parte de nuestra vida. Aún así seguimos divirtiéndonos también con una pelota, tal como se divertían los chavales de la foto hace cuatro décadas. 

El instituto también ha vivido esa transformación. El edificio empezó siendo un único bloque donde estaban las aulas y pocas dependencias más y un gran patio para que los alumnos descansaran en los recreos. Con los años la estructura ha cambiado, se ha convertido en un laberinto de pasillos que confunde a los que llegan nuevos. Las instalaciones, los jardines, incluso los grafitis y dibujos que adornaban las paredes se han ido transformando hasta convertirse en el edificio que hoy conocemos los más jóvenes y que extrañan los mayores.

En la imagen se ve la calle despejada de coches, de señales de tráfico; más tranquila y silenciosa que hoy. Apenas hay edificios y el pinar de la Breña lindaba con los muros del instituto. Quien se acerque por la mañana temprano a la hora del recreo a las puertas del instituto verá, tras la cancela verde, un patio con arriates y árboles ya muy crecidos y en la acera bloques de viviendas que ya no dejan ver el pinar, infinidad de coches aparcados, contenedores de basura y reciclaje, y sobre todo, trasiego de alumnos y profesores que acuden a las clases. Ésa es la apariencia que tiene el IES ahora; una apariencia que habrá cambiado dentro de muchos años y que los alumnos de hoy no reconoceremos.

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