viernes, 12 de marzo de 2010

Entrevista a Pedro Orugo, uno de los primeros profesores del I.E.S Trafalgar

Por Mª Begoña Crespo Jiménez, Patricia Pérez Redondo, Antonia Méndez Campaña.

En los comienzos del Trafalgar como sección delegada del instituto Isla de León de San Fernando se hubo de contar con la participación de gente del pueblo con formación que se encargaron de impartir algunas asignaturas. Uno de ellos fue Pedro Orugo, vecino de Barbate, con quien conversamos acerca de aquellos primeros años del Trafalgar. Nos recibió amablemente en su casa y contestó todas nuestras preguntas.


-En aquellos años ¿qué clases impartía?

-Me dedicaba a impartir clases de Educación Física y además daba la asignatura “El Espíritu Nacional”, en esta asignatura se daban temas del franquismo de la época.

-¿Cómo eran las clases entonces?

En el centro todavía no había patio, por lo que los alumnos tenían que ir a correr al campo, en las clases de E.F también practicaban salto de cuerda, salto de altura… pero por falta de materiales las colchonetas eran de paja, en salto de altura utilizaban una cuerda en vez de un palo y como esas muchas otras cosas. También jugaban al rugbi y se lo pasaban en grande. En las clases de política la táctica consistía en hacer las clases agradables y llevaderas, y para animar a los alumnos hacía que todos empezaran con sobresaliente. También entrenada al equipo de fútbol femenino, con el cual ganamos muchos premios y aunque no ejercieran bien el deporte todos lo disfrutábamos.

-¿Qué recuerda de la estructura del centro? ¿Cómo era entonces este edificio?

-En aquel entonces el centro escolar I.E.S. Trafalgar sólo estaba constituido por su ala izquierda (zona A en la actualidad) y la actual cantina, que antes era otra aula más. El centro constaba de 15 a 16 aulas aproximadamente. La primera vez que llegaron los pupitres los tuvimos que colocar los mismos profesores. También se impartían clases particulares en el centro que se llamaban de “permanencias”; yo he impartido clases tanto a gente joven como a gente mayor.

-¿Cómo recuerda esos años? ¿Cómo fue su experiencia de profesor? ¿Le gustaba dar clases?

-Yo recuerdo que en esos años yo era un joven con mucho entusiasmo y ganas de enseñar todo lo que podía y de contribuir en este centro. Impartí clases desde 1969 hasta1982. Después de haber estado en los primeros años del Trafalgar me tuve que ir a dar clases a Vejer, porque yo era el único de mis compañeros que disponía de un vehículo para desplazarme. Recuerdo a mis compañeros de entonces con mucho cariño: Quintino, Doña Pilar Cordo…

-¿Qué cambios ha notado desde su punto de vista en la enseñanza? ¿Qué opina de la educación hoy en día?

-En mi opinión el sistema de enseñanza ha cambiado mucho, ya que han entrado nuevas leyes que regulan la enseñanza.

-¿Nos podría contar alguna anécdota de aquel tiempo?

-Recuerdo como anécdota que los maestros que dábamos política estuvimos 17 meses sin cobrar y dependíamos de delegaciones provinciales con las que tuvimos problemas, y por eso resultó que comenzaron las primeras huelgas. A mí me venían mal, porque no recibía mi salario habitual pero considero que algunas veces tenía la necesidad de defender algunas posturas. Otra anécdota de la que me acuerdo muy bien es aquella vez en la que mis alumnos me hicieron la pelota al apuntarse a una organización en la que yo participaba, pero no sólo no consiguieron hacerme la pelota, sino que los suspendí. Recuerdo otra vez en que, justo antes de terminar el magisterio, impartía clases particulares en un colegio y un día tuve que castigar a un niño. Al irme y cerrar el colegio me olvidé por completo del niño castigado y este niño tuvo que saltar desde un balcón, aunque este era bastante bajo. En este momento comprendí que si un niño se queda castigado, el maestro tiene que cumplir este mismo castigo acompañando al alumno.

-¿Qué alumnos son los que más recuerda y con más cariño?

-Sobre todo recuerdo con mucho cariño a mis alumnos Paco Víu, actual maestro de primaria, Celedonio Márquez, médico especialista, al que tenía que hacer los exámenes a máquina por su mala letra, también recuerdo a Gaspar García Guerrero, también médico, y a Demófilo Vitorique, un chico muy habilidoso.

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